BERGARA, LA VILLA DE LAS IDEAS.

Una visita a esta población de gran riqueza intelectual.

  • Años de enseñanza en la historia de Bergara. El Palacio de Errekalde es ahora el Laboratorium.
  • Foto: Iñaki Peñalba.

Fue un agradable paseo entre las calles históricas de Bergara: Goenkale, Artekale y Barrenkale, entre edificios señoriales, iglesias, escudos, relieves, balcones, estatuas… que demuestran la importancia de esta villa en el plano cultural, intelectual y, por qué no decirlo, repostero, pues fue imposible no entrar en una de las afamadas pastelerías para ver cómo se elabora un postre típico de primer nivel, el “relleno de Bergara”.

Esta importante población guipuzcoana de la comarca de Debagoiena (Alto Deba), fue en su tiempo un punto intelectual de enorme importancia en Europa, de ahí que Bergara sea llamada “la villa de las ideas”, pues aquí se descubrió el Wolframio como veremos más adelante, en una época dorada con gran desarrollo de la enseñanza de la Ilustración. Como aquí tuvo lugar el famoso “Abrazo de Bergara” que pusiera fin a la Primera Guerra Carlista en el norte. Y como aquí tuviera gran auge la industria textil, la del “azul mahonero”, el color del equipo de fútbol del pueblo.

Y fue precisamente mi vinculación al fútbol la que me llevó hasta Bergara. Me esperó Manu Díaz, entrenador de los de toda la vida en el Club Deportivo, y ahora, Presidente de la Federación Guipuzcoana de Fútbol, quien no dudó en empezar la visita por su casco antiguo, entre las tres calles citadas, en una ida y vuelta de historias y anécdotas como la de la ermita de Santa Ana, ahora derruida.

La primera mención de Bergara se hace en un escrito de donación de terrenos de San Juan de la Peña (1050), pero como villa data de 1268 cuando el rey Alfonso X el sabio le otorga el fuero de Vitoria. Bergara fue un punto importantísimo de paso entre la meseta y los puertos del Cantábrico, lo que le llevó a ser en la Edad Media un sitio tradicional de mercado, con gran cantidad de posadas y albergues. El elevado número de nobles, altos funcionarios y comerciantes, desarrolló una elegante arquitectura civil con palacios y casas solariegas. El actual ayuntamiento se construye a principios del siglo XVII junto a las iglesias de San Pedro y Santa Marina. Con el boom de la enseñanza del siglo XVIII, el Real Seminario es un referente europeo, con profesores como Proust o Chabaneau.

Iniciamos la visita en la Plaza de San Martín, junto al Ayuntamiento del XVII – XVIII obra del arquitecto Lucas de Longa, natural de Mendaro. Justo enfrente, el citado Real Seminario de Bergara, anterior colegio de los jesuitas. Aquí, en 1783, los hermanos Fausto y Juan José Elhuyar descubrieron un nuevo elemento químico, el wolframio, que por su alta resistencia al calor ha sido indispensable en las bombillas.

Por el inicio de la calle Bidekurutzeta vemos los palacios Ondartza y Jauregi, que quizás por su rivalidad se empeñaron en decorar las fachadas, para bien del visitante moderno. El Palacio Ondartza presenta dos arcos apuntados y un elegante alero barroco; y el Palacio Jauregi un impresionante bajorrelieve de influencia centroeuropea. Figuras, símbolos y motivos ornamentales, no dejan un solo centímetro de la fachada sin decorar.

  • Foto: Iñaki Peñalba.

En la pequeña plaza Munibe vemos la casa Iturritxo y el Palacio Moiua-Barrena del siglo XVII, reedificado tras la matxinada de 1718. La plaza hace referencia al Conde de Peñaflorida, uno de los máximos exponentes de la Ilustración y fundador de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.

Más adelante, ya en la calle San Pedro, vemos un arco del siglo XVI y del mismo siglo, el Palacio de Azkarate-Marutegi con unas sorprendentes y curiosas cerámicas en su fachada provenientes, atención, de la parte trasera de estufas del hogar.

Al final de esta calle me enseña Manu el gran magnolio, declarado Árbol Singular, que luce en el centro de un pequeño jardín.

Ahí mismo se encuentra la Iglesia parroquial de San Pedro de Ariznoa (siglos XV – XVI y XVIII), testigo del crecimiento de esta villa fundada en sus alrededores. La primera fase de su construcción es de finales del siglo XV, y la cuarta y última de 1620. La torre barroca es del XVIII obra de José de Lizardi.

Agradecí entrar en su interior para ver su retablo plateresco y, sobre todo, una de las joyas de este espléndida Bergara, el Cristo de la Agonía de Juan de Mesa, una de las mejores esculturas del barroco universal. Hay además un órgano Stoltz-Freres de 1889.

Cercana a la Iglesia admiramos la Torre Olaso, cuna de una de las grandes personalidades bergaresas, Miguel José de Olaso, secretario de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País; y del Director del Real Seminario, Telesforo Monzón Zurbano; o su descendiente Telesforo Monzón Ortiz de Urrueta, uno de los principales impulsores del nacionalismo vasco. Hoy día la Torre es sede de Jakiunde, academia de las letras y las artes.

Subimos ahora un pequeño promontorio con jardines y grandes árboles hasta el Palacio de Errekalde (siglos XVI-XIX), actual sede del Laboratorium, un museo de la ciencia y sabiduría que nos entretenemos en inspeccionar para conocer todo el desarrollo intelectual de esta sorprendente Bergara. El renovado edificio es una invitación a ir cruzando puertas y salas, con audiovisuales, instrumentos científicos de época, animales disecados en aquellos años de Ilustración y, por supuesto, cómo aislaron el wolframio los hermanos Elhuyar.

Y así, entre calles estrechas, seguimos viendo fachadas medievales y renacentistas, alguna reproducida en el Pueblo Español de Barcelona, junto a un buen número de casas como Aroztegi, Sequera, Arrese, Zuloaga-Bereterio y Loiola; y más palacios como Izagirre-Moia, Egino-Mallea o Irizar.

  • Foto: Iñaki Peñalba.

Destaca en Artekale el balcón Arrese que no dudo en fotografiar, catalogado como el balcón esquinero más exquisito del País Vasco, atribuido al maestro Pedro de Ibarra. Aunque queda algo más lejos, me cita Manu la torre Gabiria, de don Juan de Gaviria y López de Mallea, que fue señor del Palacio y Torre, Caballero de Calatrava y Comendador de la Casa de la Reina. Este bergarés sufragó la construcción de una fuente junto a la parroquia de San Pablo en Úbeda en la cual se encuentran tres escudos heráldicos: el de los Austrias, el de Maximiliano Espinosa de los Monteros y el de la propia familia Gaviria, el mismo que adorna la monumental fachada de la torre Gabiria del barrio de San Antonio.

No hay tiempo para ver dos palacios más, Laureaga y Ozaeta, que apunto para otra ocasión.

  • Foto: Iñaki Peñalba.

Entramos ahora en el Palacio Irizar donde vemos una réplica del Abrazo de Bergara, Abrazo-Convenio habría que decir. Años convulsos para los vascos. La Primera Guerra Carlista tuvo mucho de guerra civil pues gran parte de los contendientes eran vecinos de los territorios vascos. En octubre de 1833, Carlos V de Borbón fue proclamado Rey por la villa de Bergara, luciendo el ¡Viva Carlos V! hasta en la fachada del Ayuntamiento.

Tras años de batallas, disputas absurdas y, sobre todo, caos y pobreza en los días previos al Abrazo, el alcalde de la villa, Felipe María Azkona, grita a las once y media de la noche: “guipuzcoanos, vuestras libertades son eternas. Vivan los fueros”.

El 29 de agosto de 1839 los mandos militares de ambos bandos acuerdan la paz en Oñati y dos días más tarde, el 31 de agosto de 1831 a las 9 de la mañana, el Teniente General Rafael Maroto, aguarda en el puente la llegada del Capitán General Baldomero Espartero, próximo Duque de la Victoria y Príncipe de Bergara. Se funden en un Abrazo y poco después en la casa de Joaquín Irizar Moia vuelven a revisar el convenio. Se dirigen a las campas de Fraiskozuri, propiedad de la Casa de Egino Mallea (Conde la Vega de Sella) y ante las tropas de unos y otros, vuelven a abrazarse entre vítores.

Como al “panal de rica miel al que dos mil moscas acudieron”, el aroma del relleno de Bergara reclama mi estómago. Entramos en la pastelería Larrañaga de la cercana calle San Pedro y nos recibe Agustín, cuarta generación de este comercio fundado en 1840 por los padres de Telesforo Aranzadi. Entre alguna foto del equipo del pueblo en el que Agustín hacía las veces de “Jordi Alba”, o mejor aún, de otro Agustín, Aranzabal, fino y elegante lateral zurdo de la Real Sociedad aquí nacido (banda de oro, Aranzabal – De Pedro, de la que se nutrían Kovacevic o Nihat).

Nos enseña en su obrador la elaboración de este pastel que es un bizcocho esponjoso relleno de crema de huevo y bañado en azúcar que en cantidades incontables salen sin descanso desde la citada fecha. Como supongo habrá ido intuyendo el lector, procedo a catar varios ejemplares. Mujika y Raizabal son las otras dos pastelerías históricas que elaboran este producto típico.

Cruzamos ahora el río Deba hasta la Iglesia Parroquial de Santa Marina de Oxirondo (siglos XVI a XVIII) donde hay una marca de la última gran crecida del río Deba un 30 de junio de 1834.

Me cuenta también Manu otra más, la mejor, como buen postre, en relación a esa ermita abandonada de nombre Santa Ana en la que Francisco de Borja, aquí llamado Duke Santua, ofició «parte» de una misa ante más de 10.000 fieles. Un 15 de noviembre de 1551 y ante el anuncio del Papa Julio III de que ganarían el cielo cuantos asistieran a la misa, se congregaron en Bergara fieles de toda la provincia. Tal fue la expectación que llegaron también mercaderes y vendedores para “hacer el agosto”. Para sorpresa de todos llegó tanta gente que se quedaron pequeñas la Iglesia parroquial y la cercana ermita de Santa Ana de Errotalde.

Se recuerda que predicó el mismo Duque de Gandía, asistiendo, entre otros, el señor de Lazcano e hijos y otros muchos señores de la provincia de Gipuzkoa. La ermita puede verse en medio del jardín de Errotalde , un jardín del siglo XIX con un espectacular tejo (Taxus Baccata) y un bonito puente sobre la regata de Aranerreka en la parte trasera

Un pueblo que posiblemente no llegaba a mil habitantes tuvo así su primera “invasión turística”. Récord que me extraña sobremanera no tenga un recuerdo anual en forma de feria medieval, fiesta y por supuesto, una misa masiva.

Tras el café, no dudo en visitar esta joya ahora en ruinas solo por imaginar una Bergara llena de devotos (o no) que esperaban alcanzar el cielo con la sola presencia en la misa. Francisco de Borja se animó a oficiar más misas, fue General de la Compañía de Jesús, Duque de Gandía, Marqués de Lombán, Grande de España y Virrey de Cataluña.

  • Anillo verde de Bergara. Foto: Manu Díaz.

Como complemento, Bergara presenta un espectacular anillo verde, ideal para paseos, senderistas o bicicletas, en un gran entorno de naturaleza. Pero eso será para otra ocasión.

  • Foto: Manu Díaz.

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