PARQUES DE SAN SEBASTIAN. ENTRE BOSQUES, JARDINES Y PALACIOS. RUTA 3.

También en Donosti encontrarás zonas muy tranquilas.

  • 20 RUTAS FASCINANTES POR EL PAIS VASCO. El libro de Carlos Bengoa, Donosti City y Singlator Ediciones.
  • Acompañamos vídeos de nuestros parques.

Como en todo, hay quien critica su propia ciudad. Y tendrá sus razones. Se quejará del ruido, de la masificación turística, del problema para aparcar, del paisaje con grúas, del mayor de número de obras. Es lo que tiene una ciudad en clara expansión y moda turística. No todo lo que reluce es oro, solo falta. ¿Conoce usted, amigo lector, algún país, alguna ciudad que lo sea? 

Pero respetando cada opinión ya me gustaría preguntar a quienes se quejan si conocen el recorrido que os propongo en este capítulo, si conocen su belleza, su historia, el nombre de alguna planta, de algún árbol. Y si me apuran, el nombre del primero de los parques que señalamos, que es el más desconocido.

Apuntemos pues estos nombres : Ametzagaina, Cristina Enea, Aiete, Miramar, Plaza de Gipuzkoa, pájaros, ardillas, cisnes, patos, pavos reales, robles, marrojos, castaños, abedules, araucarias, cipreses, fresnos, olmos, sequoias, tilos, sauces llorones, palmeras, plátanos tropicales, cedro del Himalaya, flores, viveros, praderas, jacintos, tulipanes, estanques, cascadas, grutas, jardines, miradores, palacios, fuertes, cráteres, pasarelas, restos arqueológicos de hace 27.000 años, Duque de Mandas, Cristina Brunetti, María Cristina, Alfonso XII, Isabel II, Alfonso XIII, Ana Frank, Casa de la Paz y de los derechos humanos, templete, caballerizas, Torre de Cuentos, Club del Bonsai…

¿Sugerente verdad? Pues todo esto y seguro que mucho más es parte de lo que guardan los parques de la ciudad, nuestros parques. Entornos donde disfrutar de la naturaleza y anotar infinidad de detalles históricos. Son lugares poco visitados salvo los que quedan más en la zona de La Concha pero que ofrecen al visitante una gran sorpresa que también desconocemos muchos donostiarras.

Oigo ruido, taladradoras que rompen cemento para crear más cemento, túneles en la montaña para que pasen vagones, grúas gigantescas desafían el viento cada día levantando piedra a piedra edificios históricos que pocos recuerdan. También eso es San Sebastián. Es el paso de la propia vida. Las prisas de cada día, el atasco que me impide llegar a mi hora, el bus que se retrasa, el ruido de las excavadoras, la Parte Vieja llena de turistas, el Puente del Kursaal casi sin sitio para pasar en verano, las playas hasta la bandera con la marea alta.

También esto es ciudad, faltaría más. Pero madruga un domingo, sube a Urgull en solitario, camina por La Concha viendo salir el sol, busca tu lugar en la ciudad para ver tu puesta de sol favorita. ¿Quieres desconectar? Hazlo.

No tengo más que volar unos metros subido en mi gaviota mascota para detener mi vuelo entre praderas, entre flores, árboles legendarios. He cambiado de repente el entorno de cemento por bellos estanques con blancos cisnes. El ruido del taladro por el canto del gorrión. El polvo de las obras da paso al reflejo de los árboles en el estanque. El bullicio de una ciudad en fiesta cambia ahora por el leve sonido de las hojas de un libro.

Curioso cambio que en San Sebastián es posible. Aprende a desconectar sin necesidad de salir de la ciudad. Sigue nuestro recorrido y comprueba el cambio radical del ruido al silencio. Del cemento a nuestros parques.

  1. LA EXCURSION.

La Concha se lleva y con razón todos los honores pero hay zonas de San Sebastián que explorarlas es un auténtico disfrute, vergeles en medio de la ciudad donde desaparece el cemento para dar paso a la vegetación, donde el ruido de bocinas es sustituido por el canto de los pájaros, donde veremos estanques, esculturas y Palacios, pero donde sobre todo, nos pararemos a ver el paisaje o a leer un libro sin que nos moleste nadie.

El recorrido que les proponemos se olvida del coche y puede hacerse perfectamente en una jornada andando sin prisa. Cada cual acelerará o no en función de la época en la que nos encontremos por aquello de la luz. Es más, si el día es de buena temperatura incluso recomendamos lleve su propia comida en una mochila para comer en el rincón que elija.

Pasaremos por los cuatro grandes parques de Donostia y remataremos con uno más pequeño, referente de la vida cotidiana donostiarra. Y no les va a defraudar la excursión que puede hacerse con pequeños. A primera hora de la mañana empezaremos por el olvidado Parque de Ametzagaina, con un mirador de bellísimas vistas aéreas de la ciudad, con un fuerte digno de explorar y donde con suerte veremos ardillas.

Desde allí por Riberas de Loyola entraremos en el Parque de Cristina Enea con su famoso estanque de cisnes, su pequeño Palacio y su colección de sequoias. Desde allí y entre calles emblemáticas, subiremos al bellísimo Parque de Aiete digno de un paseo pausado para bajar hasta el Parque de Miramar y su Palacio con vistas a toda la bahía pero con una parte menos visible y que en realidad constituye la entrada principal. Por La Concha caminaremos hasta el centro de la ciudad para rematar la tarde en la Plaza de Gipuzkoa y sus pequeños jardines llenos de plantas y con estanques de diminutas cascadas.

Una bonita forma de indagar en la historia de la ciudad, de ver panorámicas para muchos inéditas y de disfrutar de la naturaleza en plena ciudad. Es lo que tiene San Sebastián. Una mezcla de urbanismo y naturaleza, un respeto al entorno y aunque en los últimos tiempos proliferan las siluetas de enormes grúas hay parques que nos hacen olvidarlas. Y quizás sean los propios ciudadanos, los que más se quejan del cemento o los que más critican las obras quienes desconozcan que existen parques donde disfrutar una tarde. Y estoy seguro que incluso alguno de estos ciudadanos desconoce hasta el nombre de sus propios parques.

Para dar más significado a la excursión la empezaremos y terminaremos en dos lugares donde es protagonista uno de los apellidos ilustres de la ciudad, Ducasse, cuya familia lleva los viveros de plantas que llevan su nombre donde empezaremos a caminar y donde el jardinero francés Pierre Ducasse diseñara los jardines de la Plaza de Gipuzkoa, escenario que remata la jornada. Y en otros muchos también intervino como veremos.

2. EL RECORRIDO.

Aunque Ametzagaina tiene varias entradas posibles, cojamos en el centro de San Sebastián el autobús 9 Egía-Intxaurrondo para bajarnos en el Paseo Paseo Galicia 28 que acerca en poco tiempo hasta las cercanías del Parque. A la altura de los Viveros Ducasse y tras orientarnos en los paneles informativos entraremos en este bello parque poco frecuentado.

  • 2.1. Parque de Ametzagaina.

Queda situado en una pequeña colina, a 123 metros de altitud en la zona sur de la ciudad dominando también los barrios de Loyola y Martutene. Entre los años 2007/2008, el ayuntamiento de San Sebastián recuperó los terrenos y estableció un admirable parque diseñado por Lur Paisajistak, que todos los donostiarras deben conocer y atraer hacia él a los visitantes que residan en la ciudad varios días.

Este parque se desarrolla en un extenso y frondoso bosque donde destacan los robles y los marrojos de donde proviene su nombre, junto con otras especies, como castaños y abedules conformando una reconocida riqueza de flora que junto a las verdes praderas conforman un relevante cuadro natural. En el momento oportuno del otoño, el escenario es muy colorista con los tonos rojizos y, amarillos y ocres, una sinfonía de luces y colores de las especies arbóreas. Es un parque que permite circular en bicicleta, actividad muy recomendable.

El recorrido lo iniciaremos por los caminos del lado izquierdo donde iremos encontrando zonas de ocio y un parque infantil hasta llegar a la zona más alta, el conocido cráter, una amplia y ovalada hondonada donde se encontraron en el 2005 hasta 2000 piezas arqueológicas de hasta 27000 años atrás.

Se calcula que enlazando las alamedas se pueden completar hasta 5 kms, y lo más recomendable es que cada cual diseñe su paseo. Pero ahora volvemos sobre nuestros pasos y de nuevo en los Viveros cogemos la entrada de la derecha y en apenas cinco minutos en medio de un frondoso bosque llegaré a un gran mirador de la ciudad que me permite verla desde el Sur y hacia el Norte. Unos banquitos invitan al descanso. A mi espalda veré trepar por el pequeño montículo un senderito que en cuatro pasos me deja en el desconocido Fuerte de Ametzagaina.

  • 2.2. Fuerte de Ametzagaina.

Será entretenido rodear con calma sus murallas observando árboles cuyas ramas están pegadas a la piedra. Fue el primer fuerte levantado en la primera guerra carlista de 1838 por las tropas liberales para garantizar la defensa de la ciudad. Al terminar la guerra fue desmontado y derribado siendo reconstruido en 1875 aprovechando sus ruinas. Consta de una planta irregular rodeada con un foso y en su interior se pueden observar varios edificios, un cuartel de tres alturas, el polvorín, las cocinas. Finalizada la guerra conservó una pequeña guarnición hasta 1891 siendo abandonado sirviendo de cantera para las casas de la zona.

Regresemos ahora hacia el mirador y veré abajo una pista que desciende por el Paseo de Ubal que me dejará en unos diez minutos en el Barrio de Loyola. Por si acaso conviene preguntar el camino más corto.

Estamos ahora en el Barrio de Loyola y caminando por la margen del Urumea llegaré en unos quince minutos muy tranquilos al barrio de Riberas de Loyola, enseguida veré un puente llamativo que se ilumina a las noches y que cruza el río.

Es el puente pasarela Mikel Laboa que me deja en pleno Parque de Cristina Enea, una joya de la ciudad en pleno centro. Un montículo rodeado por el propio Urumea en el meandro que traza en su salida hacia el mar.

  • 2.3. Parque de Cristina Enea.

Si lo que desea el visitante es escapar unas horas del bullicio diario de la ciudad, no hace falta coger el coche y salir fuera. En pleno centro encontrará un pulmón verde con varios paseos ascendentes y bellos rinconcitos donde podré desconectar sin problema alguno. Un cuidado paseo que aprovechan los aficionados al footing, nos permite disfrutar de la naturaleza, respirar aire puro, observar sus sequoias, que las hay, su estanque con cisnes… y para disfrute de los niños, los pavos reales que parecen compartir los bancos con los visitantes. Huelga decir que es en otoño cuando más disfrutamos por el color de las hojas de sus árboles.

  • Foto : Darío Garrido.

Cualquier rincón, cualquier banco es útil para sentarse a descansar, pensar o leer un libro que podremos recoger en un buzón de madera en la casa que fue palacio de la parte alta y que sirve de centro de interpretación y exposiciones. En su zona más alta, la conocida pradera, llegamos a ver uno detrás de otro, ginkgo, abedul, fresno, olmo y tilo.

Propiedad del Duque de Mandas y su esposa Cristina Brunetti el parque contaba con el Palacio en la parte alta, capilla y dos casas más. En 1918 fue donado a la ciudad que lo amplió y renovó en varias ocasiones. En su escrito de donación el propio Duque de Mandas escribe…

“ muerto yo, ha de conservar el carácter que hoy tiene… que la de entrar el público a pasear “

Fermín Lasala, Duque de Mandas, un enamorado de la ciudad como demuestra que a fin de descansar 24 horas en su parque, pasara otras tantas de viaje desde Madrid. Y al revés.

En casos así el visitante se tomará el tiempo que desee y elegirá el camino aunque es muy recomendable subir hasta su parte más elevada con una especie de plazoleta circular justo por encima de las sequoias y del Palacio. Saldremos por la entrada principal, la que da al barrio de Egía y a la Calle Duque de Mandas junto al edificio de Tabakalera.

Quizás sea un buen momento para tomar un café. Iba a decir también que para relajarse o descansar pero el disfrute que llevo encima ya es relax suficiente así que me limito al café y de paso ver el edificio moderno, antigua Tabacalera, con un patio de entrada muy espacioso que incluye cafetería.

Desde ahí y por el pasadizo de Atotxa, puede que escuchando todavía las voces y sonidos del viejo campo de fútbol llegaré a la Estación de autobuses y al puente más bello de la ciudad, el Puente de María Cristina que me llevará derecho hacia el Buen Pastor. Dejo esta gran Catedral a mi derecha y por detrás de ella busco la calle Urbieta y más adelante el barrio de Morlans al que llegaré en unos quince minutos sin paradas desde el Puente de María Cristina. Por si acaso, en pleno Morlans pregunto por la entrada del Parque de Aiete al que tradicionalmente se llega desde arriba del parque y no desde aquí, la entrada gran olvidada de la ciudad. Y me lleveré las lógicas sorpresas.

  • 2. 4. Parque de Aiete.

El camino sube otra pequeña colina de la ciudad entre imponentes bosques. Un pequeño desnivel que lo podré hacer en apenas diez minutos. Con la compañía de los pajarillos alcanzo una gruta artificial que me llevará un rato fotografiar y justo arriba los jardines muy bien cuidados de este parque tan cercano a la ciudad. Jardines, flores, edificios blancos y un Palacio renovado en su interior, con leyendas hasta de… fantasmas.

  • Foto : Darío Garrido.

Catalogado por el Gobierno Vasco como conjunto monumental, un bien cultural que comprende el palacio y sus jardines. Situado en un altozano fue construido el palacio en el año 1878 por los duques de Bailen, con una serie de edificaciones, que se visitan, destinadas entonces, a cocheras, cuadras y viviendas de servicio, y a su alrededor, el jardinero Pierre Ducasse albergó estanques, grutas, cascadas, praderas verdes y jardines con una flora con más de 100 especies diferentes de árboles y plantas.

El parque tiene cuatro puertas de entrada, la norte, la principal, (ambas por el paseo de Aiete), donde se sitúa un apropiado panel que explica los puntos importantes en la visita, la sur (por Etxadi) y la entrada este (por Morlans), que es la que utilizaremos para recorrer la red de senderos que permite visionar y disfrutar de árboles como araucarias, cipreses, secuoyas, tilos, abedules, avellanos, fresnos y robles, entre otros muchos.

Aunque cada cual escoge sus senderos, que circulan de un lado a otro, recomiendo la vía que sube por los estanques con tortugas y la gruta artificial con sus estalactitas y estalagmitas falsas, y por donde se llega a la campa cimera donde abundan los macizos de flores con narcisos, jacintos y tulipanes.

Es un jardín romántico donde se levanta, como elemento principal el Palacio con una dilatada historia. Es una mansión neoclásica construida sobre un viejo caserío de la familia Hayet de donde viene su nombre. En la entrada una columna indica que fue residencia habitual de la monarquía: Alfonso XII y María Cristina, Isabel II, Alfonso XIII y hasta la reina británica Victoria se albergaron aquí. Y más cerca a nuestros días el dictador Franco pasaba sus vacaciones alojando en el Palacio entre 1939 y 1974. Su visita interior es de reconocido interés.

Actualmente el Ayuntamiento es el propietario del parque y se ha reconvertido el palacio en casa de la Paz y los derechos humanos.  En el merodeo se visita la subterránea y curiosa Casa de Cultura, el Parque infantil, el quiosco, con la zona de estancia, el templete, la Torre de los cuentos, el Club Bonsai…todo ello entre, arboledas, jardines y bosques y especialmente la escultura “ aquellos años “ con todos los años entre 1936 y 1975 perforados en el acero y con un recuerdo abierto para las víctimas de la guerra civil y el franquismo, y al lado un esqueje del castaño que la joven judía Ana Frank observaba desde el desván de su casa de Amsterdam donde se ocultaba para evitar a los nazis.

Por lo tanto el parque es una memoria histórica que debe ser de encuentro obligado para los ciudadanos de otras comunidades o países que llegan a Donostia.

Salimos del parque hasta encontrar el Paseo Pío Baroja que me baja en diez o quince minutos hasta la misma entrada del barrio del Antiguo, junto a la playa de Ondarreta, donde encontraré la entrada al Palacio de Miramar, con sus jardines y su parque, estampa obligada en la ciudad.

  • 2.5. Parque de Miramar.

El Palacio de Miramar quizás sea el lugar más buscado por el turista, junto a la rampa del Naútico y el Peine del Viento.  Su enclave único, sus vistas dominantes de toda la bahía con las playas de La Concha y Ondarreta al alcance de la mano y los cuidados jardines y paseos donde poder relajarse, hacen de este edificio de estilo inglés otro emblema más de nuestra ciudad.

Ver desde aquí los fuegos artificiales, los amaneceres, las puestas de sol o cualquier temporal de olas es sencillamente fascinante.

Este edificio fue un encargo de la Reina María Cristina al arquitecto inglés Seldem Wornum que terminó en 1893 aunque en 1920 se le añadiera el Pabellón del Príncipe. También la Reina, al igual que el Duque de Mandas era otra enamorada de San Sebastián y de hecho pasó aquí más de diez años de su vida.

El parque pasó a manos del Ayuntamiento en 1933 con la condición de que sirviera de residencia de verano para el Presidente de la República. No sabía nada. Con el franquismo fue devuelto a la Casa Real quedando en manos de Alfonso XIII hasta que en 1972 quedó de nuevo en manos del Ayuntamiento y de la ciudad de Donostia.

Es de estilo inglés cottage con elementos decorativos neogóticos, con zonas nobles como el Salón Blanco, Salón de Música, Salón de Madera, el Petit Salón, la Biblioteca o el Comedor Real. En el frente destaca el escudo de armas de los Habsburgo por lo que también tenemos aquí a la Casa de Austria.

Pocos placeres habrá como sentarse sobre la hierba de los jardines o alguno de los bancos viendo la bahía, Igeldo, la isla, Urgull y una ciudad abierta al mar y al mundo entero. Y conviene visitar su parte trasera, la que no da al mar, que en realidad es la entrada aunque sea por aquello de las vistas a La Concha la menos frecuentada.

Dejamos la visita y ya casi hemos terminado la excursión. Queda recorrer el paseo marítimo de La Concha a últimas horas de la tarde y si he calculado bien en el atardecer. Tras llegar a los jardines de Alderdi Eder busco entrecalles, el Palacio de Diputación y su plaza que forma un cuadrado en cuyo centro rematamos la jornada viendo el pequeño parque de la Plaza de Gipuzkoa.

  • 2.6. Plaza de Gipuzkoa.

Plaza cuadrangular, porticada para deleite de luces y sombras, presidida por el monumental edificio de la Diputación, con tiendas, pastelerías, cafeterías… de las más destacadas de la ciudad. En su parte central y a modo de bosquecillo inglés, destacan sus jardines que en realidad es lo que hemos venido a ver.

Quizás desconozcamos la abundancia de elementos a los que prestar atención. Estos jardines diseñados por el jardinero francés Pierre Ducasse presentan gran variedad de árboles, sauces llorones, fresnos, wellintonia gigante, palmeras, plátanos tropicales, cedro del Himalaya…con un estanque de patitos donde todos los donostiarras hemos jugado a algo tan sencillo como echarles miguitas de pan.

  1. A TENER EN CUENTA.
  • Un gran momento para hacer el recorrido podría ser el mes de Abril con las hojas en flor o en otoño con las habituales paletas de colores que nos dejan los bosques. Evitaremos en estas épocas los calores del verano. De cualquier forma en todas las épocas podremos hacer la ruta, todas tendrán su encanto.
  • Llevar nuestra propia comida en una mochila será una magnífica idea y si no, en el recorrido urbano encontraré cientos de bares y restaurantes.
  • Una buena hora de primavera podría ser empezar en Ametzagaina hacia las 09,30 horas y dedicar hora y media a este parque. Cristina Enea tras caminar por Riberas de Loyola, lo hacemos entre 12,15 y 14,00 horas aprovechando para comer ahí, a la sombra de sus árboles. La parada en Tabakalera para el café la calculo bien y llegaré al parque de Aiete hacia las 16,00 horas para dedicarle hora y media. Entre las 18,00 y las 19,00 horas disfruto del Palacio de Miramar para terminar hacia las 20,00 horas en la Plaza de Gipuzkoa.
  • De todas formas y en función de la época del año, podré acortar o alargar cada visita y si me canso hay escapes en cualquier parte para darme la vuelta.
  • En ningún parque hay que pagar, son de libre acceso.
  • Una de las ventajas que tiene iniciar la ruta en Ametzagaina es que los privilegiados que madrugan tienen muchas opciones de ver ardillas en sus prados y bosques

EXTRACTO DE NUESTRO LIBRO » 20 RUTAS FASCINANTES POR EL PAIS VASCO « de Singlator Ediciones.

CAPITULO 3. PARQUES DE SAN SEBASTIAN. ENTRE BOSQUES, JARDINES Y PALACIOS.

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