SAN SEBASTIAN Y SU PASEO MARITIMO. UNIENDO ESCULTURAS. RUTA 2.
De Sagüés al Peine del Viento con un centenar de iconos.
- Foto : Jose Luis Diz
- Acompañamos vídeo del recorrido desde el Paseo Nuevo hasta el Peine del Viento, así como un recorrido por la Isla.
Y de nuevo al paraíso. Soy ñoñostiarra, sí. Así nos llaman a quienes amamos nuestra ciudad y hacemos ver que es la mejor del mundo, como si fuera novedad barrer para casa en cuestiones turísticas. No me cansa verla. Y aunque no se lo crean todavía hay cosas por descubrir. Cada día, llueva o no, tiene luz diferente y en función de ella, nos movemos por lugares distintos. Muchos donostiarras no han visto rincones de su propia ciudad y no es para menos ante la amplitud paisajística de Donosti.
Recuerdo un día de mayo con los cielos despejados en mitad de la bahía en la barca a remos de un amigo viendo amanecer. Eran las 06,30 de la mañana y el sol salía por encima de Urgull, las aguas limpias, el cielo azul, Igeldo se iluminó primero y el verde oscuro se puso naranja, después el Palacio Miramar y luego las casas de Miraconcha. Tranquilas las aguas se llenaban de pequeños rayitos dorados. No hay nada más bello. No le den más vueltas. Hasta el rumor de los remos al entrar en el agua pareció guardar silencio mientras la ciudad despertaba y algún afortunado empezaba ya a correr por la arena. Un par de txipironeros buscaban sitio fuera de la bahía.
En un vistazo aéreo su estampa sí estará entre las postales más bellas del mundo. No hay más que poner una por muy repetitiva que sea y el contador de nuestras redes sociales se dispara por todo el mundo. Una ciudad sin grandes ni voluminosos edificios, protegida por los montes Igeldo, Urgull y Ulia. Tres grandes playas de arenas doradas desafían al Cantábrico. Una bahía bellísima delimita a dos de ellas entre Urgull, que en gascón significa orgullo, e Igeldo, el monte del funicular y su parquecito Belle Époque. La otra playa, la surfera, más joven, de aguas abiertas en un barrio de moda, el de Gros. En mareas bajas una cuarta playa muy pequeñita se suma a la fiesta en Santa Clara.
En mitad de la bahía y entre los dos montes, una isla de nombre Santa Clara. En primera fila de la playa de La Concha, edificios emblemáticos como el Ayuntamiento junto a los jardines de Alderdi Eder o el balneario de La Perla. El Palacio de Miramar, el del cuento de hadas, con sus verdes jardines, mira también al mar. Otro icono, el Peine del Viento queda a la sombra de Igeldo para seguir su juego desafiante de las olas. Y del viento.
Las olas, su fuerza, su potencia, su bravura, son gigantes en temporales y dan saltos enormes en el Paseo Nuevo intentando enseñar a los donostiarras el peligro de un Cantábrico que amenaza cada año con más fuerza. El Sagrado Corazón nos protege, dominando la ciudad, no vaya a repetirse el brutal ataque de hace muchos años y que destruyó en forma de incendio lo que hoy es la Parte Vieja. Como Ave Fénix, San Sebastián volvió a sonreír.
Rodeando la ciudad, la montaña amable, la que se deja subir para nuestro deleite, desde el Larrun en la zona francesa, a la corona ondulante que forma el macizo de la Peña de Aia, más cerca el Adarra de tanta tradición en el Año Nuevo, el Hernio cumbre mítica para los guipuzcoanos. San Marcos, Santiagomendi, bellos balcones para disfrutar del paisaje. Todo esto desde las alturas.
Pero ahora bajemos para sentir una ciudad moderna, culta, que vive la fiesta como nadie. Bajemos a sentir el olor a mar, el olor de los bares de pinchos, el de las sociedades gastronómicas o el de la sidra. Disfrutemos viendo estrellas del cine y escuchemos sonidos del txistu, de la txalaparta, las mágicas voces del Orfeón mientras nos llegan los ecos de la Plaza de la Trinidad y su Festival de Jazz.
San Sebastián es eso y mucho más. Es la ciudad que a orillas del mar abraza la montaña. Es la ciudad que vive el deporte, gritando ¡!YA !! cuando las traineras dan la ciaboga en la Bandera más importante del remo en un esfuerzo titánico y cuando canta ¡¡GOL de la Real!! en los partidos de Anoeta y en los ecos que todavía llegan de Atotxa.
Es la ciudad bella en invierno cuando llueve y se queda tranquila aguantando temporales que entran en las calles, bella en primavera cuando los jardines se llenan de flores y cuando el día va siendo más largo, bella en verano y su bullicio con las barquitas ya alineadas en la bahía, bella en el otoño con los mejores atardeceres que se podrán recordar y cuando pasear por sus parques es una lección de arte.
Bienvenidos al paseo marítimo más bello del mundo.
- Foto : Jose Luis Diz.
- LA EXCURSION.
No intenten buscar nada parecido. No hay paseo en el mundo que sin esfuerzo alguno de desniveles me permita recorrer toda una ciudad con la compañía del mar Cantábrico casi en mi mano, disfrutando de iconos de sobra conocidos pero también de otros que conoceré menos, de edificios señoriales muy emblemáticos, que me permita hacer paradas gastronómicas, darme baños memorables, y unir tres montes junto a tres esculturas clásicas en la ciudad.
La Paloma de la Paz que espera a volar en Sagüés, la escultura Vacía de Oteiza en el Paseo Nuevo, allá donde las olas nos muestran su violencia, y el Peine del Viento de Chillida, desafiante del mar y del viento. Un paseo urbano y marítimo totalmente llano que tendrá salida en las faldas del monte Ulia junto a la playa surfera de la Zurriola, que bordeará Urgull para asomarse al puerto, y que por toda la bahía de La Concha ante su playa hermana de Ondarreta, nos lleve hasta el Monte Igeldo en el funicular.
Por si fuera poco os ofreceremos la opción, háganla, de pasar a la isla en las motoras. Saldremos a una hora razonable en Sagüés, junto a su Paloma de la Paz, cruzaremos el Paseo Nuevo y su escultura Vacía, pasaremos a la isla en las motoras blancas y azules de la familia Isturiz, comeremos en la Parte Vieja, pasearemos La Concha hasta el Peine del Viento, subiremos a Igeldo en el funicular, bajaremos hasta el Palacio de Miramar, rematando el día con otro baño en las doradas aguas de La Concha.
Preparad la cámara de fotos y la batería que sea doble porque no gastaréis más en ningún rincón del mundo.
- EL RECORRIDO.
- Foto : Sonia Urreizti
2.1. Paloma de la Paz.
Pongamos las 09,30 como hora de salida en la escultura de la Paloma de la Paz justo al final de Sagüés y a la sombra del monte Ulia. Una vigorosa paloma blanca obra de Néstor Basterretxea que en su corta historia, ha sido cambiada tres veces de sitio. Empezó en el Paseo de la Zurriola junto al Kursaal, se marchó a la rotonda de acceso al Estadio de Anoeta y desde el 2015 se ha quedado, esperemos que para siempre, en Sagüés.
Caminemos despacito y sin prisa siempre con el mar de compañero calculando llegar a las 11,00 al puerto para coger las motoras de la isla Santa Clara.
2.2. Muro de Sagüés.
Un lugar de encuentro de los jóvenes donostiarras y de los mayores también, pues aquí tenemos uno de los puntos más recomendables de la ciudad para ver la puesta de sol. Pegados al muro con mareas más bien altas es posible que veamos a muchos surfistas coger olas ante la mirada de los curiosos que se sentarán en el muro. Sigamos el camino junto a la Playa de la Zurriola.
2.3. Playa de La Zurriola.
Más frecuentada por la juventud que las de La Concha y Ondarreta al ser más abierta al mar y con mayor oleaje. En temporada son numerosas las escuelas de surf que enseñan a pequeños ya desde primera hora de la mañana por lo que es posible que les veamos ya sobre las olas. Por la tarde e incluso por la noche acude mucha gente, y al final de la playa, junto al espigón, se coloca un gran escenario durante el Festival de Jazz.
Azotada con violencia por el mar fueron famosos varios temporales en 2014 llegando a entrar las olas hasta la misma carretera. Calculemos pues la dureza del mar.
2.4. Cubos de Moneo.
Enseguida veremos los característicos Cubos de Moneo que dan forma al Palacio de Congresos del Kursaal. Durante el año albergan infinidad de Congresos y Eventos siendo quizás los más conocidos, el Congreso Internacional de Gastronomía, el Festival de Cine, la Quincena Musical, el Salón del Cómic… Por la noche se iluminan de colores y formas en función de la fiesta o del Congreso que se celebre.
- Foto : Jose Luis Diz.
2.5. Puente del Kursaal.
Cruzamos ya al centro desde el barrio de Gros a través del Puente del Kursaal y sus características farolas blancas y verdes rematadas por una cúpula acristalada. También este puente y los cuatro siguientes, sufrieron desperfectos en los temporales de 2014 pues las olas llegaron a remontar el río hasta el barrio de Loyola.
Estamos pues sobre el río Urumea en su llegada al mar, y a nuestra izquierda veremos los emblemáticos edificios del Hotel María Cristina y del Teatro Victoria Eugenia. Justo enfrente nuestro, el Boulevard y al fondo, parte del Ayuntamiento.
Pero nada más pasar el puente entramos por la derecha para seguir bordeando el río hasta el inicio del Paseo Nuevo.
2.6. Paseo de Salamanca.
Seguimos junto al río ya casi alcanzando el mar sobre este paseo que también en sus números 10, 12 y más adelante en el Edificio Miramar, ha visto destrozados sus portales en temporales. Destacan nada más entrar en este Paseo un bello edificio en el número 2 de estilo neogótico así como los enormes portales de los números 7 y 8.
Entramos ya en el Paseo Nuevo aunque no será mala idea desviarnos a la altura del edificio de la Sociedad Fotográfica pegado a la ladera de Urgull hacia la Plaza de Zuloaga para ver la entrada del Museo San Telmo. Arriba en Urgull y el mirador del Baluarte, ondeará la ikurriña.
2.7. Paseo Nuevo.
Entramos ya en la recta del Paseo Nuevo abierto al público salvo en días de fuertes temporales. Un primer mirador asomará al Cantábrico desde el que veremos bellas vistas sobre la Zurriola y el Monte Ulia.
- Foto : Jose Luis Diz.
Seguimos el paseo hasta la escultura Construcción Vacía de Jorge Oteiza sobre un pequeño estrado de hormigón y madera. Son planchas de acero delimitando un espacio aéreo que cambia de forma según nuestra posición. Si miramos hacia el monte veremos un saliente que forma un mirador. Es muy fácil subir por la ladera de Urgull siguiendo el evidente camino. Desde aquí hay unas vistas fantásticas y, sobre todo, es un punto muy visitado por los donostiarras para ver saltar las olas.
Desviarnos podrá significar quince minutos entre subir, sacar unas fotos y bajar al mismo sitio para seguir el paseo.
2.8. Aquarium.
Buscamos ya la bahía y terminamos el Paseo Nuevo en una escalinata que me conduce al puerto. Ya bajando iré viendo las paredes del Aquarium cuya entrada está nada más entrar en el mismo puerto. Es una de las joyas de la ciudad y un lugar de muchas visitas tanto de donostiarra como de turistas.
Fundado en 1928 en la visita de los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, conserva hoy día ese ambiente marinero aparte de cientos de especies de peces de todos los mares.
En su terraza superior veremos la escultura de su gran impulsor Vicente Zaragüeta, fiel reflejo de cómo era este personaje tan querido en la ciudad.
2.9. Puerto.
Conserva también su encanto marinero en las casas del muelle, sus bares y restaurantes, y las entradas de motoras, barcos y veleros. Nada más bajar las escaleras veremos su famosa rampa, escenario vital en las regatas de traineras pues desde aquí salen a la mar y llegan tras el esfuerzo las embarcaciones, en un ritual muy bonito y colorido. Al ganador de la regata le recibe su afición en esta rampa ondeando sus emblemas mientras el patrón de la trainera levanta orgulloso la Bandera de La Concha.
A nuestra izquierda encontramos el Museo Naval, Untzi, edificio desde donde se dirigían las actividades del puerto y un poco más adelante la escultura de Mari, recordando al pescador que salvara a tantos náufragos y que perdió la vida en 1866 cuando en plena bahía rescataba pescadores de un temporal.
Veremos una iglesia dedicada a San Pedro Apóstol y más adelante, ya terminando el puerto, la entrada a la Parte Vieja a través de Portaletas.
Pero ahora cumplamos un ritual muy relajante buscando en la taquilla del puerto nuestra entrada para cruzar a la isla. Eso sí, en temporada veraniega ya que el resto del año no salen de paseo.
2.10. A la isla en las motoras.
Si hemos calculado bien la llegada hasta aquí, sería interesante cruzar a la isla, paseo muy donostiarra, en las famosas motoras blancas y azules que solemos ver en temporada por la bahía.
A las 11,00 es buena hora para no encontrarla masificada y tras un relajante paseo en motora de ocho minutos (los hay más largos de 45) bajaremos en la isla con posibilidad de coger una mesita en su pequeño bar. Es una delicia darse un baño en su calita de aguas trasparentes aunque dependerá de las mareas. El nombre de Santa Clara viene del convento que tenían las clarisas aquí mismo.
Hora de descansar un poco, tomar un aperitivo, darme un baño y contemplar las vistas de esta maravillosa ciudad mientras buceadores, piragüistas y aficionados al padel surf irán llegando poco a poco. Cada media hora llegan las motoras así que regreso en la de las 13 horas rumbo al puerto.
2.11. Parte Vieja.
Hora de comer. Entro por Portaletas en la Parte Vieja repleta de bares típicos, más modernos, restaurantes de todos los precios, donde podré comer sentado, en plan pintxos o de bocadillos.
De obligada visita la Calle Mayor y la Calle 31 de Agosto así como la Plaza de la Constitución donde cada 20 de Enero se da inicio al día de San Sebastián y sus tamborradas y la Plaza de la Trinidad punto principal de los Festivales de Jazz.
2.12. Pasarela del Naútico.
Pongamos las 15,30 para seguir nuestro camino y regresando al puerto llegaré a la famosa Pasarela del Naútico, otro icono más de la ciudad y lugar al que acuden los enamorados a ver la puesta de sol.
- Foto : Jose Luis Diz.
A su lado el edificio del Real Club Naútico construido en 1929 semejando un barco y que nos dará paso a los jardines de Alderdi Eder.
2.13. Alderdi Eder.
A nuestra izquierda el edificio del Ayuntamiento cuya fachada domina los jardines de Alderdi Eder, y ya con la compañía de la icónica barandilla de La Concha, veremos el Carrusel Belle Époque con sus caballitos y su techo luminoso plagado de cuadros de Monet, Renoir, Van Gogh…
Obligadas paradas fotográficas en cientos de rincones de los jardines, puestos de chuches incluidos, tamarindos o tamarices, con la compañía del mar y, con suerte, la música de trompetistas callejeros cercanos a la estatua de Don Quijote y Sancho Panza, mientras seguimos el paseo bordeando la espectacular playa de La Concha Real desde 1887.
2.14. Paseo de La Concha.
Dicen que es el más largo del mundo pues une los hoteles de Londres y Niza. Al menos este tramo así será, asomados siempre sobre la dorada arena de la playa.
- Foto : Jose Luis Diz.
Justo a la altura de la escultura de Don Quijote vemos la primera rampa con sus famosas farolas de los premios del Festival de Cine, el Hotel de Londres donde llegó a hospedarse la espía Matahari, la Rotonda y su reloj que algún día marcará las horas.
Ya al final de la fila de edificios, encontraremos uno de los más bonitos de la ciudad, Villa Manolita, justo en la Plaza Vinuesa ahora llamada Clara Campoamor con la escultura de la mujer que defendió los derechos de las mujeres.
Será buena idea tomar un café en el Café de La Concha o en la misma terraza chill-out de La Perla, El Perlón.
2.15. La Perla.
Habremos llegado a otro de los edificios emblemáticos de la ciudad, el glamouroso Balneario de La Perla que será uno de los lugares más fotografiados de San Sebastián pues destaca sobremanera justo en mitad de la bahía de La Concha.
Hoy día La Perla tiene el honor de ocupar el centro de la mejor playa europea y sexta del mundo, al mismo tiempo que ostenta el liderato de los balnearios urbanos de Europa con sus 4.500 metros cuadrados de extensión. En el ambiente de la Belle Époque que rodeaba San Sebastián en los inicios del siglo XX, la reina María Cristina estableció en nuestra ciudad el lugar de veraneo de la Casa Real. No era lista ni nada.
En la playa de La Concha, que recibió el título de Playa Real se inauguraba un balneario de madera que fue sustituido por el actual en 1912. Ya en aquella época lo señalaban los periódicos como uno de los más bellos del mundo.
2.16. Plaza del Bicentenario.
Seguimos ahora por la Caseta Real que sirviera de vestuario a la Reina María Cristina mientras vemos en la colina de Miraconcha fantásticos edificios. Antes de llegar al túnel de Ondarreta, observaré un amplio mirador colgado al mar.
Es la Plaza del Bicentenario en recuerdo a la reconstrucción de la ciudad tras ser arrasada en 1813. Un par de bancos nos invitan a disfrutar de bellas vistas siendo uno de los mejores miradores de la ciudad.
La escultura de Eduardo Chillida “Homenaje a Fleming” completa esta plaza.
2.17. Túnel de Ondarreta.
Es el momento de pasar al barrio del Antiguo y a la playa de Ondarreta. Justo encima del conocido Pico del Loro, Loretopea, y bajo los jardines del Palacio de Miramar se encuentra este túnel de apenas cien metros. Jugando con la palabra Miramar, en 2016 el artista Víctor Goikoetxea diseñó la obra Túnel MiramArt en la que simula mediante bellos trazos encontrarnos debajo del mar con el complemento de una iluminación que generan los pasos de la gente.
Justo salir conviene entrar en un pequeño saliente llamado Pico del Loro, en realidad Loretopea, muy castigado por las olas, pero al que podremos pasar en días de calma. Veremos en su mirador otra escultura de Chillida en homenaje a Ruiz Balerdi.
2.18. Playa de Ondarreta.
Ya estamos en Ondarreta, playa más pequeña pero muy frecuentada en verano. A la izquierda los jardines de Ondarreta y la estatua de la Reina Regente que nos lleva hasta tres columnas inclinadas de base ovoide que forman la escultura “ A través “ de José Ramón Anda.
Justo al lado encontraremos un panel explicativo de la antigua cárcel de Ondarreta y una vistosa rampa que da acceso a la playa. En la ladera de Igeldo el visible y espectacular Palacio Torre de Satrústegi.
Estamos en la recta final camino del Peine del Viento dejando a la izquierda las instalaciones del Real Club de Tenis de San Sebastián a la sombra del Monte Igeldo al que enseguida llegaremos.
- Foto : Sonia Urreizti.
2.19. Peine del Viento.
Pero antes hay que disfrutar de otro icono de la ciudad, más espectacular si con suerte tenemos algo de mala mar. Quizás por comodidad y por su cercanía al centro, la pasarela del Naútico sea una de las primeras fotos del turista y de quien no lo sea, pero el que profundiza más, el dado a pasear y a disfrutar de los violentos azotes del mar, se acercará al final de la playa de Ondarreta hasta las terrazas del Peine.
Lugar de encuentro de muchos ciudadanos que quieren gozar de unas vistas inolvidables de la ciudad desde la distancia, de las paredes del Paseo Nuevo que parecen verse desde el propio mar y de la parte trasera de la isla, la más violentamente castigada por las olas.
Son precisamente las olas con su surtidor a modo de chorro, que hace las delicias de los pequeños, las que parecen dar vida a esta obra terminada en 1977. Tres estructuras de acero de 10 toneladas de peso cada una, incrustadas en rocas, obra de un Eduardo Chillida que quiso plasmar aquí, en este rincón de Donosti, sus inquietudes sobre el mar desde que, de niño, como tantos otros, hacía “ txikarra “ en clase para dejarse mojar por las olas. La obra no fue sencilla y con la colaboración del arquitecto Luis Peña, hubo que trasladar esas estructuras por raíles sobre un puente que diseñó José Elósegi.
Desde entonces a hoy, miles y miles de turistas, ciudadanos melancólicos, niños que juegan a escapar de las olas aunque en el fondo se quieran mojar, parejas de enamorados… sueñan junto a las aves y las olas del Cantábrico.
2.20. Funicular.
Retrocedo un poco y por detrás del Tenis accedo a una rotonda con la puerta del Funicular. Un gran clásico en la ciudad y la mejor forma de subir a Igeldo. El funicular de Igeldo es obra de los ingenieros Emilio Huici y Severiano Goñi. Se inauguró el 25 de agosto de 1912, madre mía cuántos viajes, por la reina María Cristina y la firma suiza Von Rolf Fonderie de Berna, experto en trenes de este tipo. Es el tercero más antiguo de España, tras el mítico del Tibidabo (1901) y Vallvidriera ( 1906 ).
- Foto : Sonia Urreizti.
Desde pequeños todos los donostiarras hemos subido ahí, como la niña de la foto que advierte la llegada de los vagones que bajan. Sigue el mismo olor, el mismo ticket, el mismo ruido de las cabinas cuando las cierra el revisor, el mismo timbrazo cuando el de arriba le avisa al de abajo que ya está preparado, la misma cabina superior que parece sacada de alguna nave espacial, el mismo cartel mosaico de… “Escamas Baquesil, para lavar prendas delicadas … el sponsor más duradero del mundo.
2.21. Parque de Igeldo.
Hemos llegado ya al Parque Belle Époque, al de toda la vida, al que mejor será que ni lo toquen, que lo dejen tal cual. Con su Río misterioso y sus barquitas colgadas al paisaje de La Concha, con su cosmicar que entra en salas a través de ruidosas puertas, con su Montaña Suiza, que no rusa, colgada al abismo y sus vagones de dragones azules, con su laberinto en el que todos los niños nos perdíamos posiblemente adrede para estar más tiempo, con sus casetas para pescar patitos y sus autos de choque donde tratábamos de resquebrajar la columna vertebral del aitona, qué mala idea por Dios.
Y sobre todo las mejores vistas del mundo. Pasar la tarde aquí será fantástico. Calculamos las 19,30 para ir bajando en el mismo funicular por su entrada de las escamas Baquesil. Nos aguarda la visita al Palacio de Miramar.
2.22. Palacio de Miramar.
Tras bajar del Funicular camino ahora por Ondarreta hasta entrar en el Palacio por encima del túnel. Enseguida llegaré por sus praderas de hierba hasta este Palacio construido por deseo y a expensas de la Reina María Cristina e inaugurado en 1893, fue su Real Casa de Campo hasta su fallecimiento en 1929.
En 1972 fue adquirido por el Ayuntamiento y dos años más tarde, declarado Monumento Histórico – Artístico Nacional.
Esperar en sus jardines a que la tarde termine será una experiencia fantástica aunque si se animan y todavía hay tiempo, podemos bajar a la playa y buscar un sitio donde darme un baño viendo la puesta de sol metidos en el mar. Habremos completado una excursión urbana marítima de primer orden.
3. A TENER EN CUENTA.
- Foto : Jose Luis Diz.
- Es imposible que el paseo defraude. Tómelo con calma porque en época de mayo – septiembre habrá tiempo de sobra para completarlo. Si el reloj apremia será cuestión de ir recortando cosas.
- Vaya con toalla y bañador a mano por motivos obvios.
- Si el día es gris haga el paseo igual, aunque quizás tenga que suprimir el paseo por la Isla Santa Clara.
- Si es Semana Grande, en pleno Agosto, valore la opción de ver la sesión de Fuegos Artificiales. En el bar de la Isla se organizan en esas fechas cenas para ver los fuegos en mesitas con mantel y sardinadas entre otras cosas. Experiencia memorable tanto la cena tocando el mar, ve los fuegos desde semejante tribuna y regresar en las motoras a ritmo discotequero.
- Si quiere evitar comer en la Parte Vieja porque prefiere llevar su propia comida, suba desde el mismo puerto al Paseo de los Curas de Urgull, paseo que queda encima mismo de las casas del puerto. Otro lugar muy visitado para ver una magnífica estampa de la ciudad.
EXTRACTO DE NUESTRO LIBRO » 20 RUTAS FASCINANTES POR EL PAIS VASCO «