ULIA EN «LO QUE TU TIERRA TE CUENTA».

La montaña de las brujas y de las novelas negras, esconde auténticos tesoros.

  • Extracto del libro «Lo que tu tierra te cuenta» con referencias más abajo.

… En la misma bocana, un abrupto acantilado cae a plomo desde el Faro de la Plata. Y las escaleras del faro de Senokozulua no son precisamente una invitación a subirlas, por lo inclinadas que se ven. Sin embargo, el panorama que se va abriendo es tan hermoso que hasta este rincón se convierte en una coqueta cala, donde una llamativa motora roja sirve de trampolín a una joven pareja que salta al agua para darse un baño.

Este primer faro forma parte del conjunto monumental del Camino de Santiago. Terminadas las escaleras, un pequeño merendero da paso a la carretera que viene desde Trintxerpe y que solo es apta para los vehículos de una familia: la del farero.

Enseguida llego hasta la explanada del faro que más me atrae de toda nuestra costa, con un mirador de madera para disfrutar de las vistas a las laderas de Jaizkibel, que pronto voy a perder de vista. El Faro de la Plata debe su nombre al formar parte de la vía donde se exportaban los minerales que procedían de las minas de Arditurri, que visité en Oiartzun, aunque hay quien dice que la pared de su acantilado es tan lisa que en días húmedos se refleja como la plata, de ahí que se le conozca como el Espejo de Pasaia o Frontón de la Plata.

Su fachada parece un castillo medieval, con dos torres almenadas y tres ventanas en forma de arco en cada uno de sus tres pisos. En la azotea, otra torrecita hace de faro. Desde niño, acompañado por mi abuelo Gregorio, he recorrido cientos de veces este camino en contacto permanente con el mar. En días de sol, los acantilados que lo acompañan brillan. En días brumosos y de lluvia, la imagen del faro puede parecer fantasmagórica, pero no pierde su belleza, siempre cumpliendo su labor de guiar a los barcos.

El primer encuentro no puede ser más oportuno, pues se trata de Ibon Martín, escritor donostiarra muy amante también de toda esta zona. Ibon comenzó con guías de naturaleza y una novela histórica de mucho éxito, El valle sin nombre, que le animó a escribir novelas negras ambientadas en nuestra tierra. La primera fue El faro del silencio, basada en este mismo faro y en el pueblo de Pasaia. La segunda fue La fábrica de las sombras, ambientada en Orbaizeta, un lugar fascinante del Pirineo navarro. Le siguió El último akelarre, con Zugarramurdi como escenario de historias de brujas. Y cerró la serie con La jaula de sal, donde regresa de nuevo al Faro de la Plata y al de la isla Santa Clara, en plena bahía donostiarra.

Su fichaje por la editorial Plaza y Janés le ha llevado a escribir otra novela de gran éxito, La danza de los tulipanes, ambientada en las sugerentes marismas de Urdaibai y San Juan de Gaztelugatxe, que le sitúa entre los escritores más leídos de España. Después publicó La hora de las gaviotas, con más crímenes, esta vez por Jaizkibel y Hondarribia.

Aunque no estaba en mi hoja de ruta, me alegra mucho encontrarme con Ibon justo en el «lugar del crimen». Os reproduzco unas líneas del primer capítulo de El faro del silencio:

  • Bajo el cielo rojizo del crepúsculo, el pesquero avanzaba rumbo a la seguridad del puerto mecido por el suave oleaje. Tras él, una desordenada nube de gaviotas se disputaba los descartes que los tripulantes lanzaban apresuradamente al mar antes de llegar a tierra firme. Más allá, en las proximidades del horizonte, dos grandes cargueros esperaban la pleamar para poder navegar entre los montes Jaizkibel y Ulía que flanqueaban la estrecha entrada a la rada. El espectáculo, en el que no faltaban una multitud de chalupas que se hacían a la mar al caer la tarde en busca de los deseados bancos de chipirones, se repetía cada día, y Leire no se lo perdía por nada del mundo. Era un ritual; su ritual. Cada tarde, desde que vivía en aquel remoto faro de la costa cantábrica, perdía la mirada en la lámina de agua que se extendía entre la costa y el horizonte y disfrutaba del regreso de los pescadores ante la inminente llegada de la oscuridad.

—¿A quién vas a matar ahora? —le digo nada más verle.

—Aquí no. Pero en Oñati hay una ermita, subiendo hacia el barrio de Araotz, de nombre Sandaili en la que posiblemente iniciaré otra novela.

Y ya de entrada, como conozco la ermita de la sierra de Aizkorri, no veo el momento de leerla.

—¿Quieres ver el sitio donde espiaban a Leire Altuna? —me dice Ibon.

Aunque me lo imagino, me hago un poco el despistado. Subimos un duro pero breve repecho hasta el fuerte del Almirante, desviándome de mi ruta prevista que iba a cruzar Ulia a media ladera.

Ulia es un laberinto de senderos que permiten caminar por la parte más alta, por mitad de la ladera siguiendo el Camino de Santiago o bordeando los impresionantes acantilados en una ruta de adrenalina. Llegamos al fuerte, casi oculto por la vegetación. Esta deja entrever un muro de piedras que, apoyados por las manos y tras un buen empujón, subimos sin mayor problema hasta el blanco punto geodésico, a 235 metros de altitud.

Desde aquí se puede disfrutar de una de las mejores vistas de la comarca de Oarsoaldea, con Pasajes, Lezo, Oiartzun y Rentería rodeados por la corona montañosa que da frescura a esta zona. Enfrente quedaría el cercano fuerte de Altza, otro punto más relacionado con las guerras carlistas. Desde aquí arriba, las vistas sobre Jaizkibel alcanzan hasta la punta Turruia y sus rojas paredes. Las del valle de los Colores, en Labetxu, son perfectamente visibles por la luz de un sol que ya empieza a acercarse al horizonte.

—Aquí se sentaba el asesino con sus prismáticos para espiar a Leire a través de las ventanas del faro —me dice Ibon.

Mientras, tomamos el sendero que lleva al caserío Mendiola y a las ikastolas Herri Ametsa y San Luis. En ellas todavía hay críos jugando en las canchas, mezclando su griterío con el mugido de las vacas de este caserío que en su tiempo fue popular e histórico, al igual que los cercanos Barbotegi o Iradi, como un lugar de ocio de muchos vecinos…

EN ESTE CAPÍTULO ENCONTRARÁS:

  • Historias del monte Ulia.
  • Un monte de brujas, malas y buenas.
  • El escritor de novela negra Ibon Martín.
  • Josetxo Mayor, el guardián de Ulia.
  • La fuente de la Kutraia.
  • Las flores de Ulia. Armeria euscadiensis.

Estas mismas anécdotas y otras muchas, te las describo en mi libro LO QUE TU TIERRA TE CUENTA. Un viaje por Gipuzkoa.

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  • Donosti City con Carlos Bengoa, ha publicado gracias a una campaña crowdfunding de Libros.com  » Lo que tu tierra te cuenta «. Información del libro: LO QUE TU TIERRA TE CUENTA. También «20 rutas fascinantes por el País Vasco»
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