EL CASERÍO BERA BERA.

Un barrio y un caserío. Paseando por los barrios de San Sebastián.

  • Texto y fotos: Jesús María Alquézar.

San Sebastián es una ciudad ejemplar para que el ciudadano pasee, bien a modo de marcha saludable y tranquila o como ejercicio deportivo. Y así el donostiarra se ha convertido en el máximo defensor de esta actividad y la practica diariamente como podemos verle por sus variados escenarios: el marco incomparable, la cornisa desde Sagües al Peine del Viento, las riberas del Urumea, sus parques y jardines, y los montes que rodean la ciudad, un mundo rural que lucha por no desaparecer y que es la campiña donostiarra.

Y además me atrevo a apuntar los barrios, tanto los históricos y románticos del centro como los de la periferia, que a modo de un retorno al pasado nos permiten recuperar muchas historias que merecen recordarse durante la caminata.

AYETE.

En esta ocasión Donosti City ha escogido el barrio de Ayete -Aiete -un importante distrito que cambió la faz de la ciudad en su crecimiento.

Retornemos al pasado, a finales del siglo XIX y en el primer lustro del XX, Ayete era una superficie  de colinas que dominaban la ciudad, y era una de las importantes zonas rurales de Donostia. En sus faldas convivían muchos caseríos que trabajaban sus huertos en la elaboración de productos agrícolas que se vendían en los mercados de la hoy capital.

Sus caseríos cuidaban también en sus valles diferentes bosques con barrancos y criaban variadas cabezas de ganado, como vacas, bueyes, caballos y hasta cerdos en un escenario agrario, de naturaleza. Se cuenta que desde Urbasa llegaban en invierno rebaños de ovejas a pastar en sus ricas praderas.

El barrio de Ayete se sitúa a lo largo de la antigua carretera que desde San Sebastián llegaba a Hernani. Hasta mediados del siglo XIX era una vía de comunicación muy importante ya que era el camino Real que unía Madrid con Francia,  y que no cruzaba Donostia. Entonces al barrio se conocía como “Galtzara goikoa” (calzada de arriba). Los veteranos donostiarras no olvidamos sus numerosos caseríos que conocimos de jóvenes: Munto, Ramonene, Katxola, Gure Pakea, Pagola, Intxaurdegi, Lugaritz, Bera-Bera, Txandarmene, Paraiso, Merkelin, Merkezabal, Borroto, Mamistegi, Puio, Ugalde, Miramón, Txanponenea, etc y Ayet-Hayet o Farmet, nombre gascón que dio nombre al barrio.

En los terrenos de este caserío, que compraron los Duques de Bailén, en 1878 se construyó el actual Palacio y la ermita . Nos ha parecido importante conocer el barrio de Aiete caminando y mantener viva la memoria histórica.

EL BARRIO DE BERA-BERA

En 1926 en el emplazamiento de una pequeña ermita se construyó la actual parroquia “Santo Cristo de Aiete” con gran actividad religiosa, y el barrio inició una notable evolución demográfica. El desarrollo de la ciudad en su proceso urbanizador se dirigió al marco de Aiete, y sucesivamente se edificaron, tras comprar los caseríos  (que iban desapareciendo) y sus terrenos adyacentes, diferentes urbanizaciones principalmente con villas y viviendas unifamiliares de carácter Vip o de alto standing  que tomaron nombres de los “baserris”, que con buen criterio se mantuvieron para mantener viva la historia.

  • Caserío Katxola en Aiete.

Se han conservado únicamente los caseríos protegidos: Katxola, que se trasladó a su actual emplazamiento de su primitivo lugar, con lagar y la maquinaria tolare de Munto. Éste que es histórico mantiene un recuerdo memorial con algunas de sus fachadas y elementos interiores, es el último de la Galtzara, Pagola y especialmente el que nos ocupa Bera-Bera, que pervive rodeado de casas, es el gran desconocido que bien merece un paseo virtual y real de descubrimiento.

Recordamos con agrado el recorrido que hacíamos en nuestra adolescencia y juventud por la galtzara hasta el Hipódromo de Zubieta para ver el entonces multitudinario Cross de San Sebastián en el mes de Enero  de cada año cuándo todo el recorrido era rural.

Tras superar el Palacio de Aiete (Pº de Oriamendi), a pocos metros se abre una carretera de bifurcación a la derecha hacia la vaguada de Bera-Bera, en donde se afincaba el caserio de ese nombre. Este inmenso barrio se construyó en la decada de 1970  con un proyecto vanguardista para la época con una arquitectura que respetaba el medio ambiente. Para su construcción las originales viviendas se adaptan al relieve existente y se ordenan en forma escalonada, con hasta 6 estancias, unidas por travesias y que permite  a las casas contar con grandes terrazas. Había nacido un barrio residencial con gran densidad de población.

Se bautizó con el nombre de Bidebieta 2, sin causa justificada. La razón era que la empresa constructora era la misma que hizo el barrio de Bidebieta en la parte oriental de la ciudad, en Herrera. Fue diseñado por los arquitectos Vicente Orbe y José Luis Pla.

Una carretera en descenso y en transición desde Aiete hasta Ibaeta, con un planteamiento circular y en ocho, con un centro comercial en su eje a modo de plaza mayor, con áreas recreativa y deportiva, comercios y hostelería, permite recorrer todo el complejo urbano que no deja indiferente a nadie. Estas avenidas invitan al paseo para intimar con el barrio y hasta los ciclistas completan itinerarios en ellas.

Y fue en el año 1979 cuando el Consistorio donostiarra con buen criterio decide cambiar el nombre, sustituyendo Bidebieta 2 por Bera-Bera.

EL CASERÍO BERA BERA

La causa es que en esa rica vaguada existe un imponente caserío, Bera-Bera, también llamado en un principio Veraguena o Beraguena. De esta forma el Ayuntamiento iniciaba la constumbre de dar a los nuevos distritos que nacían al borde de la galtzara la toponimia de los caseríos existentes y que poco a poco desaparecieron con la construcción de las urbanizaciones.

Y el milagro es que el caserío Bera-Bera existe, algo deteriorado, y  que se conserva al estar catalogado y protegido con el grado C en el Peppuc (Plan especial de protección del patrimonio urbano construido). Se sabe que Valentín Arregi fue el último Etxekojaun del baserri Bera-Bera y que en 1959 lo compró el conocido donostiarra Aranaz-Darras, remozándolo en 1970. De ese ámbito, solo queda la casa, el resto, sus extensos prados y sus tierras de labor han desaparecido engullidas por la circunscripción, una jungla de construcciones.

El caserío no se resigna a desaparecer a pesar de que existe un proyecto de rehabilitación para acoger varias viviendas y construir un aparcamiento subterráneo, pero se enfrenta a serias dificultades por su estado y la protección.

El caserío está muy escondido, encajonado y son pocos los ciudadanos que por allí pasean lo descubren, dado que normalmente se pasa de largo. Llegar a él es fácil si se sigue el recorrido del DBUS 19-Aiete-Bera Bera. Aparece a la izquierda de la carretera de circunvalación .

Es un regalo mantenerlo vivo. Los amantes del patrimonio urbanístico lo agradecemos sin reparos, por la memoria histórica que representa y por el choque que mantiene con los inmuebles. Llama poderosamente la atención por su tradicional estructura. Tiene una planta rectangular, dos alturas y cubierta a dos aguas con amplios aleros apoyados en jabalcones, conservando interiormente su estructura de madera y muestra al exterior sus muros de mampostería revocada y blanqueada, con utilización de sillares de piedra arenisca en esquinales y recercados de huecos.

Pedro Berriochoa Azkarate autor del libro : Aiete, casas y familias (2016), da protagonismo en uno de los capítulos al caserío y nos cuenta que el nombre de Bera-Bera viene porque está en un barranco y con parcela en cuesta.

Cuenta en su libro que un vecino, que había trabajado como morroi en el baserri, le dijo que era relativamente importante y tenía una docena de vacas productoras de leche, cerdos, huerta,  y cultivaban hortalizas que vendían en el mercado de San Martín. Además con el primer corte de hierba del verano se levantaban 22 metas lo que indica que era un caserío rico y productivo. Sus tierras de buena calidad fueron colonizadas para levantar el barrio pero increíblemente se conservó el edificio que aquí alabamos.

En el posible y recomendable paseo que el lector escogerá para llegar a éste escenario por diferentes rutas desde la ciudad, es imprescindible visionarlo desde el centro comercial. Su envergadura emerge de las escalonadas casas a modo de un periscopio que surge desde la borda de un submarino sobre el océano de viviendas. Un espectáculo.

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