ÁRBOLES SINGULARES DE SAN SEBASTIÁN.

Un paseo de naturaleza por la Donostia verde y poco conocida.

  • Por Jesús M.ª Alquézar
  • Incluimos enlaces interesantes sobre diferentes árboles singulares de Gipuzkoa.

San Sebastián es verde, pues posee en su municipio numerosos parques y jardines. Un estudio reciente apuntaba que la ciudad cuenta con 21 m² por habitante de escenarios con naturaleza, cifra considerada como casi el doble de la media que la OMS establece como indicador de calidad de vida.

Tiene un patrimonio reconocido por propios y extraños, algunos muy antiguos que nos legaron nuestros ilustres antepasados y otros creados en las últimas décadas. Posee el ciudadano donostiarra numerosos recorridos con montes, bosques, parques, jardines y otros espacios verdes repartidos por toda la ciudad para disfrutar de ellos caminando y en bici.

Haciendo un balance contabilizamos dos montes (Ulia y Urgull), 28 parques bien distribuidos, y ocho jardines que bien merecen la visita a lo largo de una vida.

DOS ÁRBOLES SINGULARES y un PARQUE.

Aunque en todos los parques podemos encontrar ejemplares del patrimonio natural traducido a impresionantes árboles, que es hoy en Donosti City nuestro tema, en el catálogo de árboles singulares del Gobierno Vasco solo dos se sitúan en Donostia.

En el listado de Gipuzkoa sumamos nueve:

  • la Encina de  Azpiazu (Aizarnazabal),  el abeto douglas en Albiztur, el alcornoque de Getaria, el Ginkgo biloba de Hernani, el haya de Gaztaina-Motzeta en Altzo, el tejo de Pagoeta (Aia) y los dos donostiarras, la encina de Berio y el roble de Igara.

  • Ahí está, solitario, el inconfundible alcornoque de Getaria.

Y entre los dos de la capital destaca un parque poco visitado, el Koldo Mitxelena parkea, que posee también un contenido de alto interés con árboles jóvenes en importante crecimiento que son un regalo para los sentidos. La visita de este parque forma parte del paseo que aquí sugerimos.

NOS VAMOS de EXCURSIÓN

Primero iremos caminando, un ejercicio de placer, para conocer los árboles singulares donostiarras, disfrutarlos y, como desde esta tribuna hacemos, recomendarlos. Se conocen como “árboles singulares” los que destacan por tener características extraordinarias fuera de lo habitual.

Puede ser por una avanzada edad, dimensiones colosales, un porte raro o poco común, o formar parte de la historia de alguna u otra manera. Seguro que todos tendremos un árbol singular en nuestras vidas y entornos, pero estos son los que ha decretado el Gobierno Vasco, por la defensa de un valioso patrimonio natural que podría pasar desapercibido y así darlos a conocer a la ciudadanía y a la opinión pública.

LA ENCINA de BERIO.

El primer objetivo es ir al encuentro de la imponente “encina de Berio- Quercus ilex», plantada en el barrio de ese nombre.

Situado en un extremo del barrio del Antiguo-Ibaeta, Berio es una zona urbana, una ciudad moderna de pequeñas casas blancas, bien diseñadas y equilibradas formando una urbanización dormitorio, cuyo nombre proviene de un caserío existente en este marco antaño agrícola, el baserri ”Berio Azpi”. En el año 90 del pasado siglo se inició la urbanización de la zona y afortunadamente el consistorio protegió el hermoso ejemplar de “encina cantábrica” que es uno de los protagonistas de esta historia.

Inicia el paseo en la parada que algunos de los buses  tienen  en ” Universidades“ cercana al edificio “centro biblioteca Carlos Santamaria” , donde comienza el “Paseo de  Berio”, puerta al populoso barrio, que comienza en ligero ascenso pues se desarrolla en un cerro orográfico. Paseando  llegarás a una calle a la izquierda, “Karmele St.Martin”, y allí a los pocos metros encontrarás el monumento conocido como “La encina de Berio”.

Antes de la construcción del distrito donde se encuentra nuestro árbol, este marco era un entorno rural y agrícola y sus bellotas eran alimentación de ganado. Aquí estaba  el caserío de Berio, en una valorada campiña.

La encina que es un monumento espectacular que encontrarás en el centro de una rotonda, tiene un perímetro de 1,3 metros; 4,65 metros de altura del fuste, y 19,50 metros de altura total con un diámetro de copa de 22 metros. Esta encina estuvo a punto de  desaparecer cuando se construyó el barrio, pues sencillamente estorbaba (actualmente está algo tocada pues recibió un fuerte golpe). Intervinieron desde el consistorio para salvarla y aquí está con una protección en todo su entorno (fuente Ernesto Alberich).

Esta encina no envidia a las mas grandes de las dehesas de Extremadura y de ahí proviene su gran valor, justificación de figura protegida .Se considera tiene una edad de  250 años.

KOLDO MITXELENA PARKEA. El parque Koldo Mitxelena.

Aprovechando este paseo de descubrimiento de los árboles singulares donostiarras, visitaremos el “Koldo Mitxelena parkea”, uno de los menos conocidos entre los de la amplia nómina donostiarra. Camina unos metros hacia el final de la calle y en breve a la derecha nace un pasillo, escaleras pendientes y en el alto de la colina aparece este coqueto parque en honor al gran lingüista Koldo Mitxelena.

Aquí se encontraba el fuerte Artola, un punto estratégico donde se controlaba la ciudad y ahora es un escenario de asueto en la Donostia Verde y que ofrece una bella panorámica a través de sus bien diseñados paseos entre praderas de hierba y plantaciones con una diversidad importante con chopos, sauces, magnolios y ciruelos japoneses, aunque destaca la alineación de robustas encinas cantábricas, acordes a la gran encina que acabamos de conocer.

Alrededor de su escultura central que marca la cima, tenemos numerosos bancos de descanso, que hacen que este enclave sea un  excepcional marco de naturaleza  para descubrir, una bocanada de aire fresco entre tanto cemento.

EL ROBLE de IGARA o de IBAETA.

Vayamos a la búsqueda del otro monumento natural catalogado. Es el “Roble de Igara o de Ibaeta”, Quercus robur, cercano al parque anterior, pero no tan fácil de encontrar, pues se encuentra en un precioso aunque pequeño bosquete, cerca de la calle Arturo Campión, por donde iniciaremos el camino del hallazgo.

Desde el parque Koldo Mitxelena baja por unas escaleras al Paseo Berio en el punto donde comienza a descender hacia Ibaeta-Portuetxe. Tras unos cientos de metros nace a la derecha, señalizada, la calle Arturo Campión. Síguela entre los edificios, y en la izquierda tiene varios pasillos entre casas sin salida. Sin embargo, el tercero tiene una entrada al bosquete de robles. Ya estás en el lugar exacto para ir a su búsqueda.

Penetra en él, y camina a la izquierda. Tendrás un pronunciado descenso resbaladizo, si ha llovido, de unos tres metros y te encuentras con una senda poco clara entre numerosos árboles de gran porte. Ya estás cerca. Por ese sendero, inclínate en tu caminar a la izquierda y allí te aparecerá majestuoso, enorme, atractivo, el gran Roble de Igara.

Una señalética, lamentablemente grafiteada, y explicativa te confirma que ya los has localizado. La otra entrada, más fácil, se inicia en la calle Joanes Leizarraga que te la situaremos durante la continuación del paseo.

Este gigantesco árbol, monumento natural, no podría pasar desapercibido por sus dimensiones que es lo que le dota de la singularidad. Tiene una altura de 23 metros, con alzada de fuste de 4 metros y un diámetro de copa de 23,5 metros, que con sus brazos desplegados hace que sea el habitante más antiguo de la ciudad con más de 400 años según los técnicos, que consideran un milagro que se haya mantenido vivo hasta hoy.

El roble se encontraba en los terrenos de la casa solariega de Portuetxe, (antigua casa -jefatura del puerto de Donostia), pues era un fondeadero con marismas y entre laderas donde había numerosos robles alrededor del arroyo Igara) que ha dado nombre a este polígono industrial que fue el causante de que se talaran muchos arboles, para construir los edificios actuales de diferente tipo y función.

Entre los caseríos sólo se mantiene en las proximidades el bello baserri “Portuetxe”, perdido y  rodeado de grandes edificios, que hoy en día es un afamado asador y desde dónde antaño también se podía acceder a él. ( en el restaurante hay una preciosa exposición de  fotografías que muestran como era éste escenario hace cien años) .

Hoy en día es imposible progresar hasta el roble dado que el camino de acceso y ascenso esta totalmente cerrado por exuberante y cerrada vegetación.

CALLE JOANES LEIZARRAGA. El otro acceso al Roble

Si abajo del bosquete se sitúa  “Portuetxe bidea”, a la derecha se encuentra la calle Joanes Leizarraga que discurre paralela a Arturo Campión, al otro lado de las viviendas ( se llega por otro pasillo algo más alejado de la puerta utilizada).

Es una calle con fondo de saco que finaliza en una rotonda aparcamiento. De allí sale una senda que sin estar muy limpia te conducirá en pocos metros hasta el gran roble. Al salir, una estrecha calle te guiará hasta Portuetxe kalea, donde se puede terminar el paseo o bien continuar caminando por este barrio hasta donde se quiera por la Avenida de Tolosa y Zumalakarregi.

ENLACES:

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