GETARIA EN LO QUE TU TIERRA TE CUENTA.

Entre el txakoli y el mar, Getaria fue cuna de Elcano y Balenciaga.

  • Extracto del libro «Lo que tu tierra te cuenta» con más referencias abajo.

… El camino por el que sigo ahora es muy llano, siempre con vistas aéreas de Getaria hasta llegar a la carretera del alto de Gárate, que sube durante tres kilómetros desde Getaria. La cruzo y sigo el sendero entre más viñedos hasta el visible y solitario alcornoque de Meaga o de Getaria, un lugar bellísimo de fácil acceso, al quedar tan cerca de la carretera.

En su tiempo, esta zona fue un bosquete de alcornoques del que el Gobierno vasco, cuando se decidió la plantación de viñedos, rescató solo uno, y este pasó a ser especie protegida. Este Quercus suber es conocido como alcornoque solitario de Getaria, y merece la pena situarse bajo sus ramas para ver las grandes vistas de toda la costa y sentir la emoción de uno de los mejores atardeceres, pues en esta época veremos el sol sobre la línea del horizonte y, en ocasiones, sobre el hocico del propio ratón de Getaria.

Sigo el sendero hacia Zumaia, pero enseguida veo el cartel de Getaria y me desvío por un empinado tramo descendente que termina en otra calzada parecida a la del inicio en Zarautz. Son las 12:00 del mediodía y he quedado en una hora con un compañero periodista para ver el museo Cristóbal Balenciaga y con Xabier Alberdi, director del Museo Naval de San Sebastián, para hablar de la figura de Elcano, así que aprovecho para visitar tranquilo esta localidad de la costa guipuzcoana que tanto llama la atención por numerosos motivos. Uno de ellos, el ambiente de la propia gente del pueblo.

Con la carrerilla del descenso voy derecho hacia el puerto a través de la empedrada calle Mayor, que vigila la iglesia de San Salvador y su bonita torre. Me encuentro con un buen amigo, Aitor Iradi, que vive aquí, y no dudo en ficharlo como guía.

Un túnel bajo la planta inclinada de la iglesia nos lleva hasta una amplia terraza panorámica del puerto, con sus pesqueros de colores. Getaria es posiblemente el pueblo más coqueto de nuestra costa. Pequeño pero intenso. Además de la belleza de sus calles, rincones y edificios, conjuga la historia con el presente.

Es la cuna de uno de los modistas más célebres del mundo, Cristóbal Balenciaga, y también del primer hombre en dar la vuelta al mundo, Juan Sebastián Elcano. El presente lo domina el característico olor del rodaballo y besugo en las parrillas de sus numerosos restaurantes, siempre regados por ese dorado tesoro líquido, el txakoli.

Getaria combina el verde de sus suaves colinas repletas de viñedos con el azul del mar y del cielo, en un día limpio como el de hoy. Las casas se alinean entre dos calles en el centro de las dos playas, Malkorba y Gaztetape, unidas al monte San Antón, el ratón. La primera, protegida por su muelle y espigón, es más tranquila que la segunda, abierta y azotada por las olas. El pequeño monte es un Parque Natural que fue una isla hasta el siglo XV, en el que se construyó un istmo para unirla a tierra.

No falta una bonita leyenda que dice que en el pueblo vivía un pescador de nombre Queta del que estaban enamoradas dos mujeres, una de Itegui y la otra de Alsacarte. Ambas se disputaban los amoríos, pero Queta pasaba de ambas. Un día se encontraron los tres en el pueblo, y las jóvenes discutieron de nuevo sobre el amor del pescador, quien viendo tan bochornoso espectáculo rogó al cielo que lo convirtiera en piedra. Dicho y hecho. Desde entonces, Queta quedó como el ratón de Getaria; por ello, las jóvenes rogaron la misma suerte —madre mía, cuánto amor—, y se convirtieron en las puntas rocosas de Alyzokarri e Iteko. Desde entonces, le tienen a la vista las 24 horas del día. Amor eterno.

A los pies de este pequeño monte, el puerto pesquero, con sus barcos rojo, verde, azul y negro que ya se reflejan en las aguas. Algunos chiquillos suben por las amarras hasta la proa para tirarse al agua desde bastante altura; ritual de cada día, por más que se les llame la atención. Un pescador les grita «chavales, fuera de ahí», pero ahí queda la cosa, pues seguramente él hiciera lo mismo de pequeño.

Aprovecho un buen rato para darme un baño en la playa de Malkorba, con sus grandes arcos que sirven de muro bajo la carretera. Antes de subir al museo Balenciaga, entro con mi amigo al bar Itxaspe, para tomar un pintxo de tortilla de patata y un txakoli…

EN ESTE CAPÍTULO ENCONTRARÁS:

  • Historia del txakoli.
  • Alcornoque solitario de Getaria y árboles singulares de Gipuzkoa.
  • Un paseo por Getaria.
  • Historia de Cristóbal Balenciaga.
  • Historia de Juan Sebastián Elcano.

Estas mismas anécdotas y otras muchas, te las describo en mi libro LO QUE TU TIERRA TE CUENTA. Un viaje por Gipuzkoa.

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